sábado

fugacidad

del momento en que quiero mirarte
en el que espero sorpresas, tiempo sorpresa con cara de sorpresa
con postura encorbada, relajada; mi postura normal.
mi vida normal, siempre esperar, de mirar el borde, los contornos, y los regalos y sus contornos, el ejercicio de no mirar al centro o de mirarlo fijamente y perder esto, quizás eso. Y mirar las caras de otros, los tiempos y otros tiempos de caras perdidas, de caras rotas, siempre deformes por saber que los observo, me oculto no quiero que me veas, no quiero sorprenderte, sorprendeme a mí
la fugacidad, la reticencia, la resistencia, la resilencia
de mis defectos, de mis sueños, de ti.

El tiempo, el tiempo que espero que me,
que me mires y que pueda mirarte, sin iniciativa, o con mucha y por eso aguanto
no la suficiente para tocarte la cara, o quizás para mirarte y tocarte y tirar y rodar en el suelo
y mojarnos, mojar nuestro todo, y en mi todo tu todo inhundarme, después secarme, secarme de caliente, de más, más de deseo, de fucaicdad del deseo.

la velocidad de tus ojos, y de tus pies, pisando mi cara, pateandome fuerte la cara, con la sangre salpicando la tuya y la de los demás y el cielo y el cielo del cielo, empieza a carse porque la sangre derrite porque la sangre aplasta y te aplastaa ti y asi te aplasta contra mí, y de nuevo te toco, y mis caderas toman tu pecho y lo revuelcan en nuestro sudor.

o algo así, creo

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